MONASTERIOS
Carmelitas Descalzas
de Oviedo
La felicidad de vivir para Dios de las 16 carmelitas descalzas de Oviedo: clausura, silencio, oración y trabajo.
En el mismo corazón verde de la ciudad de Oviedo, concretamente en Barrio Toleo, 16, en la falda del Monte Naranco, viven una veintena de religiosas de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Entre las múltiples tareas que cada una de ellas tiene asignadas, también cuentan con un obrador, al frente del cual se encuentra la madre priora del convento, sor Elsa, su responsable.
Desde mediados de los años setenta las hermanas retomaron esta labor, que ya realizaban antiguamente otras monjas carmelitas. Elsa Campa, que además de priora es la presidenta de la Federación de Monasterios de los Carmelitas Descalzos (una unión de diecisiete conventos de todo el norte de España), abrió las puertas de la casa para EL COMERCIO junto con ocho hermanas más con el fin de dar a conocer de primera mano cómo se trabaja en una de las reposterías más especiales y con más demanda en la ciudad.
«Nosotras tenemos nuestras obligaciones religiosas, eso es lo primordial», explica la priora, «pero, como todo hijo de vecino, también necesitamos un medio de vida; una forma de trabajo que nos permita mantenernos», declara.
Las hermanas reposteras son famosas en toda la capital por sus pastas, unas galletas de harina, huevos, mantequilla y azúcar que hacen las delicias de todos cuantos las prueban. No obstante, desde hace seis años, las monjas han aumentado la producción y la oferta de productos. «Todos nos conocen por las pastas, pero ahora también preparamos carmines, teresinas, casadiellas, bizcochos y tartas de todo tipo», enumera Campa. Además, «también cocinamos salados por encargo», afirma, haciendo referencia a los bollos variados y empanadas que elaboran cada jueves.
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