MONASTERIOS
Carmelitas Descalzas de Torrelavega
«Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta». Este consejo de Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia, la escritora mística más importante de la historia, y fundadora del Carmelo, inunda las estancias del convento de las madres Carmelitas de Torrelavega.
Una fortaleza, un castillo interior, una morada que se cierra en sí misma, inexpugnable para sus vecinos desde hace 56 años. Sólo a través de la ventana de barrotes de su iglesia, y de la voz femenina a través del torno, se han asomado tímidamente los torrelaveguenses a ese mundo desconocido y respetado que, durante este más de medio siglo, tratando de entrever algún perfil tras lo velos que ocultaban los rostros de las madres carmelitas.
Este monasterio se construyó en el paraje conocido como ‘el Cierro’, en el pueblo de Sierrapando, que albergaba una casa-palacio propiedad de José Argumosa y Argumosa quien pertenecía a una familia de hidalgos montañeses que en el siglo XVIII tenían su casona en Zurita pero que se instalaron en Torrelavega. Fueron casi todos sus miembros varones médicos o cirujanos.
Las Madres Carmelitas Descalzas de Sierrapando llegaron a Torrelavega en el año 1961 y representan la Orden contemplativa más numerosa de la Iglesia.
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