MONASTERIOS
Hermanas
de Belén
El fin principal del camino cartujano es la CONTEMPLACIÓN. Vivir tan continuamente como sea posible a la luz del amor de Dios hacia nosotros, manifestado en Cristo, por el Espíritu Santo.
Esto supone de nuestra parte la pureza de corazón, o la caridad: «Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.» (Mt 5,8) La tradición monástica llama a este fin la oración pura y continua.
El monasterio fue fundado en 1476 por don Álvaro Overtos, caballero jerezano descendiente de una noble familia genovesa. En el año 1835 esta cartuja andaluza fue expropiada por el Estado, con lo cual fue abandonada por los monjes. La Orden de San Bruno la recuperó en el año 1948 y una vez restaurada materialmente la ocupo una nueva comunidad de cartujos.Se inició su construcción en el año 1478 aunque la mayor parte de sus dependencias fueron realizadas durante el siglo XVI. En los siglos XVII y XVIII se realizaron algunas reformas y ampliaciones.
El Maestro Bruno, alemán de nación, de la célebre ciudad de Colonia, hijo de padres ilustres. Formado tanto en las letras seculares como en las eclesiásticas.
Canónigo de la Iglesia de Reims, no inferior a ninguna de entre las francesas; y maestrescuela. Abandonó el mundo y fundó el yermo de la Cartuja que presidió por seis años.
Solicitado por el papa Urbano II, antiguo discípulo suyo, se trasladó a la curia romana para ayudar al mismo Papa con sus alientos y consejos, en los negocios eclesiásticos.
Pero no pudiendo llevar la agitada vida de la curia, inflamado en amor de la soledad y quietud abandonadas, dejó la curia y renunció también al arzobispado de la Iglesia de Reggio, para la cual había sido elegido por voluntad del mismo Papa.
Se retiró al yermo de Calabria llamado la Torre, donde, con algunos laicos y clérigos vivió en soledad el resto de sus días. Allí murió y recibió sepultura, después de unos once años de su salida de Chartreuse.
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